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Entrevistas

Entrevista sobre mi trayectoria artística Radio Bolivariana 2018

Entrevista Radio BolivarianaLuces Montoya
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La fuerza y la fragilidad a través de la piel / Entrevista


¿En que momento nace el interés sobre la piel como material artístico?
Fue casi un accidente, entré en contacto con el material al diseñar objetos de uso personal. Durante ese trabajo, me di cuenta que la piel era muy sugerente, que me inspiraba y me llenaba de ideas y sensaciones que me sirvieron como excusa para dar el salto del diseño industrial al trabajo artístico.

 

¿En que momento se produce ese “salto”?
En el momento de alterar la piel pictóricamente, me di cuenta que era posible establecer un diálogo con la piel, porque no era un material pasivo, los resultados del trabajo variaban según el tipo de piel que trabajaba y según las huellas y las cicatrices que la piel trajera.
Estos accidentes naturales de la piel son muy importantes porque la obra se enriquece, no me interesa una piel perfecta, busco una piel que tenga historia, memoria, huella.

 

¿Cuales son los primeros trabajos?
Durante un tiempo trabajé acrílico sobre piel- gamuza, pintaba animales. Intervenía los acabados, perforaba, mezclaba con otros materiales, me aprovechaba de los accidentes naturales para crear atmósferas con movimiento, persecuciones, huidas. Empiezan a aparecer de forma repetitiva en las obras el ovalo, la línea y el punto. 

 

¿Que siguió?
Sentí la necesidad de trabajar la piel de una forma mas dinámica, no tan sedentaria y empecé a investigar otro tipo de piel: vaqueta, que al mojarla me daba la posibilidad del alto relieve, volumen. Seguí pintando animales en alto relieve, sin embargo, poco a poco, los animales empezaron a aparecer inmersos en un ambiente abstracto, después empezaron a difuminarse, a desaparecer, caí en el mundo abstracto y continuó mi trabajo con formas más puras como el ovalo, el circulo, el cuadrado, la línea, el punto, el color...

 

¿Y apareció el volumen?
Sí, de pronto me di cuenta que la piel estaba asociada por naturaleza al volumen y empecé a hacer esculturas. Fue todo un descubrimiento, se me ampliaron las perspectivas y me di cuenta de todo lo que la piel me estaba ofreciendo. 

¿Cómo eran estas esculturas?
Eran esculturas murales de gran formato, donde trabajaba lo cóncavo, lo convexo, lo concéntrico, lo simétrico. Eran grandes volúmenes forrados en piel. Después desaparece la estructura interna y dejo que la piel hable por si sola al mezclarla con otros materiales, madera, bronce, metales.

Hablemos de esas obras
El trabajo con los óvalos, círculos y líneas era una forma de indagar sobre la simetría, el equilibrio, el centro, la armonía y las búsqueda del ser interior que son temas que me obsesionan, lo hacía sobre unas pieles que representaban para mi la concavidad, el recipiente, me interesaba explorar formas básicas y relacionarlas con los accidentes naturales de la piel. de ahí pasé a la escultura mural a trabajar con gran formato 

 

¿Por qué esa búsqueda permanente de solidez, de centro?
Tiene que ver con el proceso del ser humano de estar buscando respuestas a sus inquietudes, la obra me daba respuestas a mi inquietud permanente de conocer que soy, para donde voy

 

¿Que siguió?
Hice improntas sobre pie. Fue una investigación aprovechando formas de la naturaleza, modelando la piel a la medida de piedras u otras formas. Continuaba buscando formas cóncavas y convexas en la naturaleza. Mojaba la piel, la modelaba y amarraba en agujeros, la dejaba secar y la piel tomaba estas formas, se teñía con las tierras y luego la intervenía con otros materiales. 

¿Que intención tenían estas mezclas?
Enriquecer el trabajo, darle un sentido más personal e incluso más sólido, otros materiales que generan un diálogo con la piel que te permite hablar de mas temas y sensaciones...

 

¿Y la piel se convirtió en un material básico, en esta búsqueda?
Si, la piel seguía dándome, la relación que tengo con el material es, al mismo tiempo, de carácter visceral y simbólico, por su connotación orgánica, ancestral, de memoria, de tiempo el material me sirve de canal, de puente para entender el pasado y trasformar el presente, me sirve para dejar salir espacios interiores desconocidos, para entenderme y aprender.

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Hablemos del trabajo
Mi relación con el arte es una forma de relacionarme con el mundo, las formas e imágenes que nacen de mi trabajo no son buscadas ni programadas de antemano, surgen inconscientemente, dependiendo del trabajo personal que esté viviendo y otras de un proceso de análisis sobre ellas mismas. Son imágenes que están cargadas de símbolos, que tienen relación con mis sueños, mis necesidades interiores, con mi memoria ancestral. Cada una de las esculturas forman un grupo de columnas que arman la estructura de una historia personal. Cada obra me sirve para entender mi propia complejidad y la complejidad de los otros, cada obra me ayuda a entender la complejidad de la naturaleza humana, la complejidad de la mente y me ayuda a comprender las partes poéticas y racional de la vida

¿Qué búsqueda había en la serie Hallazgos?¿Y las Geografías?
Esta serie que tiene que ver con la añoranza de nuestra tierra, de la exhuberancia de nuestras montañas, la exhuberancia, al tiempo que hay una unión de dos culturas en unas piezas que representan...


Los Personajes envueltos
En los personajes envueltos la piel nos recubre, nos ata, nos hace presos de un sentimiento que no apresa a veces para mal. La primera obra nació del traumático final de una intensa relación de pareja y alude al hecho de estar atado, comprimido, ahogado. De ahí partió una exploración que me condujo a figuras que están atadas, a otras que están libres, que son transparentes, estás escritas, llenas de palabras y a unas figuras que han sido enterradas.
En las figuras envueltas se pierde el problema de la solidez, se hace todo mas humano, más contingente.

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Artista a través de la piel Entrevista

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Luces Montoya descubrió en el material infinitas posibilidades creativas.

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Luces Montoya terminó diseño industrial en la Universidad Pontificia Bolivariana. “...y fui de una generación en la cual la facultad estaba como en una época de transición, en que artistas como Luis Fernando Peláez y Hugo Zapata eran profesores, y eso hacía que la carrera estuviera enfocada más hacia la sensibilidad, no tanto al diseño”, cuenta. Cuando estaba estudiando, comenzó a hacer objetos personales en tela y cuero y eso se fue transformando en un negocio.

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“Hacía billeteras de cuero y las pintaba con unos paisajes surrealistas, para vender en almacenes. A través de ese negocio hice otros trabajos que me llevaron a descubrir la pintura en el cuero, a meterme por el lado artístico”.

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A su paso por Medellín, Generación habló con la artista sobre sus motivaciones y logros, su forma de trabajo y la posibilidad de ver la muestra La piel tiene memoria en esta ciudad.

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Claudia Arias: ¿Cuál es el encanto que le encuentra a trabajar con el cuero?

Luces Montoya: “Me he ido dejando seducir por la piel, porque es un material maleable, un material que se deja trabajar, que posee un lenguaje; descubrir las posibilidades de volumen que tiene, me ha dado un gran impulso para seguir investigando. Es un material que inicialmente es rígido, pero cuando lo mojas, te permite transformarlo. Luego, al secarse, vuelve a ser rígido. Esa posibilidad hace que puedas hacer lo que quieras con él sobre cualquier superficie dura: el cuerpo humano u otros soportes. A través de la piel he descubierto, me he hecho artista a través de ella y personalmente también he descubierto una cantidad de cosas, así que, con el mismo material haces un proceso de crecimiento personal, con el arte...”

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Hablemos del artista contemporáneo que se enfrenta a técnicas complejas... ¿cómo es su proceso con la piel, de dónde salen los materiales? ¿Cómo los consigue en Barcelona y cómo llegó a vivir en esta ciudad y abrirse camino?

“Yo sigo trabajando con piel de Colombia, todo lo que he hecho en Barcelona, ha sido con cueros de acá, lo cual encuentro hermoso. La piel de nuestro país tiene más historia, tiene más cicatrices, tiene más señales, y eso es una cosa que me interesa mucho en mi trabajo. La piel en España es mucho más homogénea, la textura es perfecta, es una selección uno A y yo no estoy buscando la perfección. Es lindo. El hecho de estar trabajando con la piel es muy simbólico, porque la piel es un continente del cuerpo humano, es comunicación, es dar, entonces, si tiene cicatrices, tiene señales, el trabajo se enriquece mucho más. A mí me interesa que la piel tenga esa textura, para que no parezca que es de papel, que se vea que es real. Ese fue el primer problema con el que me encontré en Barcelona a nivel técnico, descubrir que la piel allí no tenía las características que a mí me interesaban y toda la obra que he realizado allá está muy influenciada por esa experiencia de salir del país, llegar a un territorio nuevo, descubrir, hacerse reconocer, porque de alguna manera uno está haciendo una conquista y eso ha salido de una manera inconsciente en las obras Geografías y Hallazgos, está todo ese sentimiento de estar descubriendo un territorio nuevo, de formar parte de un lugar, de ser alguien allí”.

 

Como colombiana que ha visto una y otra vez la imagen de los desaparecidos y los hallazgos de fosas comunes, las figuras humanas enterradas que hacen parte de La piel tiene memoria, me remiten a ese tema, aunque en ninguna parte de sus catálogos o textos alusivos a su obra se dice que el asunto esté relacionado...

“Esa es una cosa que yo he visto cuando he llegado a Colombia, que inmediatamente los colombianos tenemos una referencia de violencia con esas figuras, y no es esa la motivación, porque esas figuras nacieron en Barcelona. Para mí lo que representan es un proceso de transformación del ser humano, todos estamos envueltos en una serie de esquemas sociales, de miedos, de cosas que van formando nuestro carácter y nuestra personalidad. Entonces, hay personajes que están cubiertos, otros envueltos, otros más que están atados... de alguna manera uno se puede también atar con sus inseguridades, sus felicidades, entonces también representan eso. Pero, insisto, para mí lo que más representan es personajes que están en proceso de transformación, hago de todas maneras una relación simbólica con las crisálidas de las mariposas, que también están en un proceso. Ya específicamente con las figuras grandes que están enterradas, el proceso de entierro es ese, porque la piel al estar en contacto con la tierra se transforma, se vuelve ancestral. Fueron 15 días en que éstas figuras estuvieron enterradas de pie, y es muy importante que fuera de pie y no acostadas, porque no era un funeral, era un rito, un performance sobre un proceso de transformación del ser humano con la vida, y eso se representa con la piel”.

 

¿Cómo se entierran y cómo lucen después de los 15 días?

“El pergamino sale perforado, empieza a deteriorarse. Ellas entraron totalmente blancas, incluso un poco transparentes, y salieron curtidas y desgastadas. Al terminar las figuras fui consciente de que tienen una imagen fuerte, que me gusta, pero que a la vez son frágiles, porque están vacías, y eso es algo que me interesa mucho seguir trabajando: la fragilidad y la fortaleza en el ser humano, que está representada especialmente con la piel, es una cosa ancestral. También es importante el hecho de que se enterraran en una montaña, en un volcán, una imagen que se repite mucho en mi producción artística, pues es como un lugar de búsqueda, de descubrimiento, muy representativa cuando estás en una situación de irte del país y conquistar un territorio nuevo. Es la montaña como el símbolo de conquista”.

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Cuéntenos sobre La piel tiene memoria.

“Esta exposición itinerante empezó en 2004 en el Museo de la Piel de Vic, España, y luego pasó a la galería Maddock ,de Barcelona. Este año estuvo en Bélgica, Alemania y ahora, para terminar, está en Holanda. Todo esto ha sido posible gracias al Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, al Museo de la Piel de Vic y a un gran amigo belga, Armand Schumer, que se enamoró del trabajo”.

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¿Veremos este trabajo en Colombia?

“Pues a mí sí me interesaría, lo que pasa es que es muy costoso. Se trata de diez guacales que contienen la totalidad de la obra y... ¿quién me va a financiar eso? De todas maneras entré en contacto con varias entidades para ver qué posibilidades se dan”.

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¿Un tipo de obra como la suya puede lograr una mayor interacción con el público que otras representaciones más tradicionales como la pintura?

“Claro que sí, y para ilustrar eso traigo una anécdota. Una de las primeras figuras humanas que hice fue llevada a una exposición en un pueblo en los Pirineos, una pacífica aldea de 18 casas. Éramos diez artistas e hicimos exposiciones durante un mes, de obras que permanecían en el exterior. La figura de mi autoría se puso como parte de una hilera de árboles, en el espacio de uno que faltaba. El día de la inauguración, la figura fue arrancada, pateada y acuchillada. Fue un chico de 15 años, ese día era de fiesta en el pueblo y la figura era una mujer desnuda y sola en el exterior, entonces, en medio de la parranda, el joven se ensañó con ella, lo cual habla de un gran impacto. Es triste que lo que hubiera generado fuera un acto de violencia, pero también uno en el fondo dice: mira lo que la obra está comunicando, no pasa desapercibida. Y en general, con el tipo de arte que hago, noto reacciones muy diversas en la gente. El arte te remueve a ti, cosas que uno en la vida está resolviendo, según el proceso personal de cada cuál”.

 

Autora: Claudia Arias Villegas

Profesión: Periodista 
Nacionalidad: Colombiana

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Contexto


Aunque su profesión es el diseño industrial, su vocación es el arte. Luces Montoya, artista antioqueña hoy radicada en Barcelona, comenzó a experimentar con el cuero desde 1983, pero es en 1989 cuando decide dedicarse definitivamente al arte a partir de la experimentación con este material. Inicialmente pintó sobre cuero, hizo alto-relieve, escultura de volumen, de pared, y de ahí ha ido desarrollando su obra hacia el objeto escultórico.

Antes de irse a Barcelona, Luces hizo una exposición individual en el Consejo Británico, participó en el salón Regional de Artistas y pasó al Nacional de 1998, todo con obra en cuero, en esa ocasión fue un trabajo en el desierto de La Candelaria con unas improntas. Pero, a la par que decidió dejar el diseño por el arte, sintió que era tiempo de buscar posibilidades creativas por fuera de su territorio, “...quería salir, descubrir otras cosas, confrontarme, sacar mi trabajo y abrir camino...”

Y sí que lo ha logrado. Tras varios años en Barcelona, Luces alcanzó lo que no muchos: tener su exposición La piel tiene memoria, itinerante en cuatro museos europeos, en España, Bélgica, Alemania y Holanda, donde actualmente termina el tour de la muestra. Una obra con fuerza visual y conceptual que ya está en varias colecciones privadas y que en Colombia apenas se conoce.

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